Por: Alexis Guerrero Lomelí
Huyendo, gritando, cantado en la fe del ciego pobre
hombre sin zapatos, me iba acostumbrando a su cabello largo y rizado.
Tripulante sin rumbo y sin velas, esperando surcar en
nuevas aguas, beber de su río para así quedarme en ella, en lo hondo, lo
profundo, lo inmenso, el vacío de su boca en el mío.
Siendo dos o tres, la ame, me amo, nos amamos y como
moneda al azar nos separamos.
Y aunque lo eterno no es eterno, ni mi amor un
recuerdo tengo mis razones para que me quieran.
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