Tres de la
mañana, aún despierto
y sin creer
que no estás aquí.
Me revuelco
en la cama, presa del horror
¿Cómo es
posible? Dime ¿Cómo?
Si apenas
hace unos días te tenía en mí,
Éramos uña y
carne, café y azúcar, sangre y espada,
Éramos
simplemente tú y yo.
Suave camino
de vida que crujes
Al avance de
mis pasos,
Breve
suspiro del rio
Golpeando en
tus brazos,
Bosque mío
de la niñez tranquila que viví.
Siempre
juntos, siempre.
Cada que
cerraba los ojos ahí estabas
Cada
suspirar, cada caricia, cada despertar
Siempre eras
tú.
Siempre tu
suelo de hojas tristes
Sendero que
mi mente sigue;
Tus
silencios de música llenos,
Tus sabores
de colores repletos
Y la suave
caricia de tu fragancia sutil.
Verde pulmón
en que respiro,
Amarillo
destino en que caigo
Azul fuente
en que peno
Nunca un
amigo como tu he encontrado
Por eso no
me explico cómo ya no estas.
Aún recuerdo
esas veces que estaba solo,
Llegabas
lentamente, lentamente,
siempre en
el momento preciso.
Mis amigos
te conocían bien
Y juntos
éramos la envidia de ellos.
Éramos
aquello que nunca vieron,
Que ni
siquiera imaginaron.
Por ello no
puedo creer que hoy
A estas
cuatro de la mañana
No te pueda
encontrar.
Cantan tus
habitantes de júbilo
Llora la
madre por ti
Ríen las
hojas de tus árboles
Y escribe
este hombre,
Que cuenta
los días para
Sentir la vida de nuevo en ti.
Ya va una
semana sin ti,
Creo, hoy
será uno más,
Otro día sin
poderte sentir…
Sueño, amigo
mío,
Regresa,
regresa y permite me soñar en ti.
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