Por: Silvino Kazim
Otoño con
sus hojas de vid entra
vestido
de sombra, con un delirio,
hilo de aroma que sale de un lírio
que en lo profundo del alma se encuentra.
Frente a
él, sentada está la más amada
sus manos
cual telar tejen despacio.
La tela
suave flota en el espacio.
Un baúl resguarda la estela soñada.
A sus
pies crecen trece pensamientos.
Ella tiene
en la mirada la palabra,
soliloquio
último de los vientos.
El espejo
refleja: la herida,
los haces
de luz gris entre las grietas,
la silla donde, se encuentra ella abstraída.
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