La renuncia al color anuncia el dolor,
grito aturdido aclama al cielo que arde
y a la atroz brutalidad del cobarde,
dentro el frío quema, afuera ese calor.
Las blancas alas rotas de tanto helor,
son la paz que no quiere hacer alarde,
el sufrimiento no ha llegado tarde,
la muerte jala a la vida sin valor.
Lloran los dientes, los ojos, las uñas,
y desesperadas están las manos,
de tanto miedo y deseos vanos.
Dejando rastros grises pinceladas
se alzan las tristes almas iracundas
manchando de esperanza aquellas manos.
Claudia Antunes
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