Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

20 sept 2015

La propuesta



Por: Katia Sánchez Ortega



Váyanse de aquí que todos están muriendo; hombres y mujeres día a día, en un mundo donde no tener corazón los hace inmortales, en un mundo tan gris y absoluto que terminamos aprendiendo a vivir en la memoria de un ladrillo, un muro sin arquitectura.
Huyan, antes de que sus amores se vuelvan cadavéricos y no respondan a nuestras voces, tan lastimadas por sufrir grietas en exceso.
Váyanse, porque la grosería de la indiferencia está tomando el control de los discursos éticos para las prácticas revolucionarias.
Vámonos a rastras, con los codos gritando plegarias de dolor, con las rodillas hinchadas, con los ojos lúcidos, feroces.
Vámonos, que de ninguna manera vamos a salir ilesos de esto, necesitamos pasiones violentas para rescatar etcéteras de felicidades.
Vámonos sin quedarnos dormidos, para despertar humanos en vez de individuos, ya no sonámbulos sociales, ya con la imaginación como principio político.
Vámonos a donde no respiremos llantos ajenos de los vestigios de un Hiroshima y Nagasaki. Vámonos de esta oligarquía hermética, que hace de nuestra alma empedrada un objeto innoble.
Vámonos porque estas sonrisas anoréxicas, claman correspondencias sin azúcar, porque nuestros torrentes sanguíneos hablan de la muerte, de las heridas de gestación y de una opresión definitiva que convierte la existencia en un montón de corazones asmáticos.
Vámonos para evitar el dolor de la pérdida constante de la humanidad, de aquellos que pelean para mantener trabajos que no quieren, pero temen una alternativa peor.
Vamos a salvar nuestros sufrires naturales, nuestras soledades acumulativas, nuestros espacios personales, estos gestos heredados, nuestras crisis emocionales, existenciales. Vamos a salvar el buen tequila, el whiskey malo, el ron barato, las realidades ineludibles pero no constantes. Habrá que salvar también nuestras cicatrices que llevan por nombre el primer amor, el primer dolor. ¡Vamos a matar al miedo, no a morir de él!
Me iré, para dejarle la suerte a los haraganes que no se la merecen. Voy  a romperle la cara a los paradigmas tan sofocantes del mundo entero, salvar las memorias de mis latidos, habitados en las lenguas de unos dedos desconocidos, que desmoronan unos huesos que palpitan.
Voy  a salvarme de estas lágrimas aplastantes, monumentales y mudas. Voy a salvar los escalofríos de la entrepierna, de la columna vertebral, de detrás de los ojos, de toda la garganta.
Habrá que salvar la personalidad de mis paladares, la congruencia de mis manos, el cansancio y memoria sensorial de estos pies toscos.
Voy a salvar miles de insomnios de nicotina y alquitrán, nuestros vicios homicidas. Voy a salvar mi tesoro más preciado, el tiempo, mis decisiones impulsivas, unos pensamientos anacrónicos y mi creencia en lo infinito.
Les tengo una propuesta: despierten y vayan a pertenecer a su propio universo.



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