Por: Silvino Kazim
El gusano del tiempo
atraviesa la manzanacosmos, por el agujero pasan mis neuronas,
transportan: el aroma del otoño, sutiles variaciones del aire,
suave recuerdo, el fotón que ilumina lo que llamo vida.
Quisiera
poder recordar un futuro, un porvenir donde la dermis, se puede cultivar a un
precio accesible para los niños mariposa; donde el Cristo no resucita, nos
enseña a morir, entonces padre no reencarnará en hijo, y en el hijo del padre
que fuera a la vez dios.
En el
principio ¿el verbo? en el principio la palabra. Ella, el sentido de este
discurso en movimiento, imagina mi existencia, principio, punto y seguido,
dentro del punto, el universo, dentro multiversos. Las palabras luz se
aglomeran en espacios microscópicos, en un instante de máxima energía, generan
expresiones sonoras de gran visibilidad; sonidos electromagnéticos, de un punto a otro, explosiones
varias incendian la tela del espacio, se vuelve resplandor. De haberlo observado un hombre, lo llamaría Dios, otro, lo llamaría tiempo.
Existen fuerzas de atracción y repulsión, entre ideas y cuerpos, finalmente llegan a
un sitio las cosas nombrables. La silla, alguna vez fue árbol, éste semilla en la tierra, como vertebrado e invertebrado, polvo de estrellas. En el retorno al
origen, lo dicho perderá el nombre, quedará sólo tiempo.
El sol
trae de la mano las horas, intervalos de sombras andan los segundos, vuelan ,
nadan , van rumbo al silencio: gotas de lluvia, la hojarasca, el latido, el tic
tac...
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