Valeria Angélica Loyola Frías
Nocturno 1
Sin ver, te vi,
tomaste mi razón
y sola la dejaste,
en ese rincón oscuro,
siniestro,
refugio de niños,
terror de ancianos;
Libertad, demencia;
pero voy a ese
sitio lejos por ti,
por verte,
encontrarte, la luz de luna
me guiará a ti, y
correré ansiosa por
amarte, y que otra
cosa sino amarte,
cariño, me salvaste!
Y de la realidad, con
neblina
dulce me arrebataste,
y tomaste la verdad y
la hiciste
sueño, más que sueño,
una pesadilla,
Y me despertaste
trayendo el sueño
a una falsa verdad,
pero en esta realidad
te quiero,
te quiero y te
suplico,
calla las voces que a
lo lejos gritan
un lamento que en este
mundo alterno
causa locura, causa
miedo, y si
finalmente, en tu
cuerpo
resultas mentira,
resultas un
sueño, más miedo me
da, despertar
por la mañana y no
tener tus besos.
Nocturno 2
Nueve minutos más,
para llegar al final,
y gozar
de sus manos traviesas
abriéndose paso, y
su abrazo, deseoso por
entrar.
Nueve minutos y
sentiré su beso, que
acelerado
busca hacerme sentir
marea de emociones,
bajo el negro
firmamento estrellado.
Y comenzar el juego
de pasión, presa y
cazador gozando
la oscuridad, el fuego
en sus ojos, y en sus
manos dejar el tesoro
anhelado.
Nueve minutos para
entrar en la
habitación y soltar
un fuego que arderá
el cuerpo en deseo, y
de este sueño nunca
más despertar.
nueve minutos, para
empezar y de nuevo
entregar sin
reparos una parte
de mi cuerpo al
impulso
nocturno de sentirlo
mío al fin.
Y que solo mis ojos
le digan este secreto
guardado
y entre mil besos
flojos
le cuente que, para
esto,
más de nueve minutos
estuve esperando.
Nocturno 3
Tu, que vienes
imponente
te siento aquí
juguetona
pisando mis talones,
tú
vacía, te burlas de mí,
divertida danzas,
ríes,
te alimentas con mi
dolor.
Regresa, esperanza
vana
o piérdete en un
rincón,
tormenta de
decadencia,
vaticinio de dolor,
encadenas de amargura
a quién nadie te
pidió.
En recinto desolado
cárcel de espinas y
sombras
dulce ponzoña a mi
sangre,
mezquina cantas
victoria.
No trates de cambiar
líneas
de este añorado final
negro dejas mi futuro
y tu compañía absorta
me deja en tierno
refugio
de ti, mi amiga,
soledad.
Nocturno 4
En penumbras he caído
por un beso de tus
labios
en la oscuridad del
abismo,
tratando de tocar tus
manos
que me hacían arder
en fuego de deseo, y
ahora
en fuego del infierno
ardo.
Por seguir tus malos
pasos, en
camino hacia el
castigo ando,
y no me importa probar
la furia, el calor, y
la penumbra.
Si te encuentras
conmigo,
y conmigo la luna,
luna clara que traerá
calma a la noche de
pecado
donde tú y yo vagamos
tomados de la mano.
Escondidos entre
sombras,
amándonos profanos,
tentando la ira de
aquella
que de día toma tu
mano.
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