Luis Antonio Rico Guerrero
I
Llevamos todos un lastre
que nos amarra y esclaviza
y devora a cada instante,
que nos repta entre los huesos
y entre sombras nos acecha
con sus pisadas de humo.
Es un lastre que nos cierne,
indiferente, a la tierra.
Es un tirano sin nombre,
un viaje de etéreos soles,
testimonio inexpresable
que erosiona nuestra carne.
Su puño helado sabemos
que en algún día irremediable
no apresará granos nuestros.
II
Como telón suave te deslizas
sin escatimar en artilugios
usas la luz pequeña del cielo
las estrellas yacen
derrochadas
Tus tentáculos de sombras
lo envuelven todo de negro
no falta el agua ni el fuego
ni el sopor de las paredes
ni los ladridos de perros
Mi sangre brumosa se agita
al sentir la argenta piragua
¿de cuál rocoso abismo surges?
Se abalanza ya una atmósfera
de soledad y austero tedio.
Sobre tu ufano vientre danza
el crimen
dejando signo amargo en mi
garganta
III
Se es como una hoja agonizante
cayendo junto a otras hojas
haciendo eco el grito en el
viento
un grito que nos atraviesa
toda la médula en las noches
Es como un tren carnavalesco
que se aleja y te deja atrás
Es un goteo de testimonios
que perfora nuestro trépano
Y te hundes en un abismo
en un hervidero de voces
que no alcanzan a decir nada
en un líquido inmiscible
que se sedimenta
hasta el fondo
IV
El ritmo sereno de la noche
me trae tu bendito recuerdo:
tu cuerpo yaciendo desnudo
con tu mirada sobre mi pluma.
Es como un torbellino impalpable
que me envuelve y donde me sumerjo,
que me repta mórbido en las noches.
Recuerdo el dulzor de tus ojos
y el frescor de tu sonrisa parda.
Ojalá tu cuerpo vibrara aun aquí
sobre la tibia y sombría cama
para ir perezoso a acostarme
sobre la cuna de estrellas
de tu nocturna cabellera
y beber tus cándidas lagrimas
y retozar en la línea de tus pechos
y ver cómo los astros giran por tu piel.
V
Tapiz de cacofonía
nocturna
ladridos frescos
llanto corrosivo
bruma purpura
no soy más que cenizas
cenizas volubles en su
memoria
que despeña desde el
peñasco
pintura muerta
ofrenda de barro y
flores
caen en el mar negro
mecánicas crestas blancas
sobre un cielo gris
papeles chamuscados
prendas desgarradas
hacen un esfuerzo por
elevarse
y escuchar la música de
sus ojos
y besar el carmesí de
sus labios
del puzzle pálido de su
imagen
Exprime mi corazón
arenoso
y esparce sus chacales
por lo inesperado
por el grito del
corazón abierto
amamos y tememos.
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