Isis Icnelli Rivera Alvarado
Aquí vas otra vez,
cruzas, pero vas a volver, te quejas dispuesto a ceder. No cambias y muy bien lo
puedes hacer….
Tus ojos, sus ojos, mis ojos, también lo pueden ver,
destellan siniestros llenos de fe.
Nos buscan, amantes de lo que no se puede ver, nos escuchan
y persiguen hasta hacernos creer.
Llueve, todavía no llegas y me seduce el tono de la melancolía.
Llueve y ojalá tu recuerdo se viera borroso…te espero, no llegas. Llueve y la
corriente o el encierro traen consigo las vivencias, en aquel árbol te veo y en
aquel rincón otra vez te beso.
Quizá un día, cansada de sembrar amores perfectos que duran
un segundo, tres días o un mes
olvide los recuerdos y deje de estrechar sus pies sin considerar el tiempo que
ha pasado desde la primera vez. Cada uno narra su versión de tu historia y yo
te recuerdo, a tientas orando para encontrarnos al atardecer. Sin recuerdos no
hay nada, sin memorias nos he visto desaparecer.
A mi invítame a mirar las estrellas y a vivir cada emoción
A mi enséñame hasta el último rincón, habla de algo interesante, de aquello que
te causa más pasión.
Regálame caricias, tenme paciencia y hazme el amor.
Háblame despacio acariciando cada letra en su oración, olvida las apariencias y
enséñame tu verdadero valor, ponme al volante y deja que tome la dirección.
Háblame para que desde lejos reconozca tu voz.
Deja que te invite los juegos y la pasión y después de eso lee conmigo y
discute sobre el corazón. Durmamos la siesta en el sillón, vallamos por todos
los días que sean como hoy.
El tiempo de volver llegó, que dulces momentos la tierra
negra me obsequió. Me despido de ella dándole gracias por todo lo que me
enseñó; compartió conmigo algunos trucos y sus tesoros me prestó. ¡Eres tierra
negra donde florece la imaginación!
Antes de ir, te los devuelvo para guardar tu secreto y conservar el encanto, la
magia y tu vegetación.
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