Ana Lucía Vázquez Alvarado
Si quiero tu corazón
será por no tener propio.
Bajo mi esternón
se oculta esta masa amorfa,
no sentir, no corazón
no, todavía no…
Fuego artificial extinto,
hierro al rojo que se enfría
en espera de la forja,
pies vacilando al vacío
que no se atreven a saltar.
Lo más afín el deseo
y lo más lejano
que de ti estaré.
Y qué más da
si me quedo atrás,
y si las luces se apagan,
si mi cuerpo se enfría,
si la arena no se vuelve
jamás cristal
y el hierro acero,
si los sueños no son ciertos
y la belleza del amor
nunca golpea mi vida
y la despierta del sopor.
Que mas da si no sucede,
si nada me toca,
si nada me sigue y
yo no sigo nada.
Pero yo quiero sentirlo,
que golpeé esta masa amorfa
entre mis pulmones negros
y sienta, palpite, grite
y quiero sentir que
vivo mientras muero
no que muero mientras vivo,
sentir en el abismo el vuelo
antes de destruirme
contra el suelo,
errar y ser de alguien error.
Quiero equivocarme
y romperme en mil pedazos,
que mis pulmones respiren
por vez primera en su jaula
a través del fuego,
salvación de lo patético.
Sin dudar el salto esta vez,
escalando al cielo
cual fuego artificial,
hasta que esta alma mía alcance
su tan inevitable
y añorada destrucción.
Tú que nunca me has tocado,
amor, gozo, obsesión,
quiero que lo hagas ahora
quema hasta que me consuma
y descubra si soy
de las cenizas semilla.
¿Cómo puedo experimentar
gran desolación
si aún no he experimentado
mi primera felicidad?
Cuando no he sentido nunca
los latidos de mis venas,
la sangre se mueve sola
enfriándose bajo mi piel.
Rómpela por mí,
esta piel de hueso,
deja escapar a mi espíritu
dale vida antes de morir,
déjalo volar sin alas,
que caiga al vacío
y se vuelva cristal roto,
porque es al fin cristal,
no volverá a ser arena
y eso es lo que quiero.
Sálvame de ser arena,
de ser hierro blando,
de ser patética.
Que la salvación me rompa
y me reconstruya hermosa.
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