Emmanuel Martínez Rangel.
Franca esquela
dejó camino de muerte,
voló su franja etérea sólo para caer
prosaica situación crepuscular de abismo.
Vómito refrito de antipoesia,
que cae de todos los infieles
para hacerse poesía rota, desgastada,
para hacerse prosaica y visceral
abunda en el rabillo del loco.
No sé realmente, ah,
qué es poesía en la bohemia
de amargura fugaz.
Te amé color de fondo,
de golpe ceremonioso
de mediocridad.
Casto de paso revulsivo
regresa tu arco y la prosa se diluye,
color de rojo que funde el sable corazón
libre,
lloran los rabinos, el carácter impuro de
la verja,
el pestañeo de ventana corta mil alas sin
timón.
Con delirio
habitar el paso torpe y desgraciado,
salió sereno el roto, paso a costado, paso
detrás,
paso regreso y regreso de copa a la copa
paladar.
La memoria de los días,
que se esfuman sin saber
que la linda en su cacharro
hasta la luna habita bien.
Me fumé tu sangre, y el hueso dislocado
tronó entre el trono, el vaso rodó y a
instantáneas
místicas cortaban palos, vos vas a salvar
la vida
y estaría más fino, más tarde y más sano,
ahora.
¿Qué te parece a ti esa comparación?
Humilde de bazofia y juego valiente
de seiscientas páginas, sin un “te quiero”
con mil sonetos, y dos, tres mundos.
Seguro hay una respuesta inteligente
pero la historia ingenua a la espalda
exige lo que Borges dijo, lo que el fondo
saca, español, basura y hastío.
Hay literatura en cuadro sin ambición
y el inglés poda las letras sin duda y
temor
la chilenita ah ‘saludao’, Ana compra su
piloto
y cayó sin pena el argumento de inflexión.
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