Luis Daniel Razo Infante
Abren los
ojos
me levanto.
me levanto.
Se cubren de
escamas,
fragmentos de sí
reflejando la
luz del sol.
Es de
mañana,
salgo
salen
salimos a caminar,
salen
salimos a caminar,
observamos el
paisaje solano
frío
un tanto vulgar.
un tanto vulgar.
A cada paso
me desprendo un poco
y cada vez
más de mí mismo,
desapareces, desaparezco.
desapareces, desaparezco.
En la acera
irreconocibles formas,
irreconocibles formas,
siluetas que
reflejan colores opacos y difusos,
van de aquí
para allá,
se entrelazan
danzan,
danzan,
brillan y
se extinguen,
nunca son
los mismos
siempre adornando
el paisaje que no cambia.
Enmascarados
de mil mascaras
en un tiempo
discontinuo
que se
acelera
dispersando erosión,
dispersando erosión,
lento
muy lento,
muy lento,
y cada vez más
lento,
casi imperceptible
parecido al bullicio de los
que se
arremolinan
como el
color del otoño en la arboleda.
Sus rostros desaparecen
entre los
ocres y los carmines
algunas veces
claros y otras tantas grises.
Solo… camino,
Sin rumbo
particular.
Sin detenerme
Sin detenerme
sin
esperar encontrar a alguien.
Sólo camino
y nada más.
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