Paz,Octavio.
“Entre irse y quedarse”.
Árbol adentro.
México: Seix Barral, 1987.
Octavio
Paz, uno de los más grandes escritores mexicanos, ganador del Premio Novel de
Literatura en 1990, encontró la relación entre el ser humano y el cosmos o lo
sagrado, al escribir poesía, que es la expresión
artística de la belleza por medio de la palabra. Paz tiene
el don de despertar una amplia
gama de sentimientos. Me refiero a su poema: “Entre irse y quedarse”.
El
título es muy sugestivo y habla del tiempo, de lo ambivalente que éste resulta, puesto que el instante
presente dura eso: un instante, para convertirse en pasado, anclado al futuro.
La
voz lírica de Octavio Paz es armoniosa y pausada, producto de un intelecto muy
elevado, muy racional, y por lo tanto, hermético. Se trata de un poema con ocho estrofas de dos versos cada una y está
clasificado como verso libre. Muestra varias figuras retóricas y un magistral
uso del lenguaje que obliga a que el lector
evoque imágenes para ilustrar la idea
del tiempo, la vida misma, y por ende, la muerte.
El
poeta dice: “Entre el irse y quedarse duda el día, / enamorado de su
transparencia” (I: 1,2). Un día es una medida de tiempo, que se cuantifica en segundos, minutos, horas, pero también significa vida. eEnamorado de su transparencia es decir, de su luz, de un ver con
claridad todo lo que la naturaleza nos regala día con día. Al llegar la noche
nos envuelve la obscuridad.
Continúa Paz: “La tarde circular es ya
bahía / en su quieto vaivén se mece el mundo” (II:1,2). Recrea
imagen de suave movimiento, quietud, refugio aunque suave sigue el movimiento
que, reitero, es vida. En la vida todo es circular.
Sigue el poeta: “Todo
es visible y todo es elusivo, / todo está cerca y todo es intocable”(3:1,2). Se ve la luz, efímera pero no hay posibilidad de tocarla,
solo se siente , queda el disfrutarla en plenitud.
Y dice: "Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz / reposan a la sombra de sus nombres”
(4:1,2). Objetos que ya fueron nombrados y dan significado a una vida dedicada a
la poesía y la prosa.
Expresa: "Latir del tiempo que en mi sien repite/ la misma terca sílaba de sangre”
(5:1,2). El
tiempo, casi de manera absurda se mide con las horas. Los días, los meses; segmentación del tiempo, medición con
el calendario. En el cuerpo humano, late la vida; el pulso en la sien es la manifestación palpable de estar vivo.
Prosigue Paz: "La luz hace del muro
indiferente/ Un espectral teatro de reflejos” (6:1,2). Esta
alusión es hermosa, porque el muro pasa desapercibido, pero si recibe una luz,
el espectro cambia y se vuelve un caleidoscopio, un himno a la vida con sus
movimientos multicolores.
Sigue el poeta: "En el centro de un ojo me descubro/No me
mira, me miro en su mirada” (7:1,2). Es
una evocación de mirarme yo en el otro, que al fin no soy yo, soy solo el reflejo del otro.
Y termina el poeta: "Se disipa el
instante. Sin moverme/ yo me quedo y me voy: soy una pausa” (8:1,2) Aún sin
moverme, el tiempo inexorable sigue su
marcha. El
poema trasciende a la historia, va más allá del lenguaje. El leer poemas ayuda
a conocernos más íntimamente, a tener un encuentro con nosotros mismos. Estimado lector le invito a formar una
sociedad con Octavio Paz leyendo este poema.
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