Por: Ivonne Fabila García
Un señor ingeniero de aspecto desenfadado. Quien vestía tenis,
jeans y una camisa a cuadros. Rostro agradable, de lentes y un poco despeinado. Alto y delgado.
Tez morena, cabello corto y castaño, también claro. Entró al bar, se sentó en
una mesa y ordenó una cerveza.
No podía apartar ni la vista ni el oído, así que decidí
atender. Al poco tiempo de haber llegado, encontró un amigo. Parecían conocerse ya de algún tiempo;
así que platicaban en confianza. El ingeniero parecía triste; lleva rato
charlando y sigue hablando de las novias. Se lamenta de cómo lo han
tratado; del último amor que rompió su corazón.
El tiempo pasó, la conversación cambió y yo seguía mirando y escuchando atenta su conversación. Me levanté del asiento para dirigirme al baño de mujeres. Al salir, fui tomada por sorpresa, pues el ingeniero se encontraba frente a mí. Yo soy de quien hablaba.
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