Por: Alexis Guerrero Lomelí
Este día nublado, ya tan tenue y quebrado, gris en llanto como el viento que se lleva el resoplo de la agonía. y de pronto, ya casi oscurece y él tendido allí, a casi nada de partir con el sol en su llanto.
A gritos lo acompañan, sollozos que murmuran, ocultos y relampagueantes críticas salen de sus bocas como enormes aves de rapiña, esperando… el que ataca primero, se lleva la presa.
Mientras la tierra
seca ya capta el apenas rocío que baja de ese cielo sin expresión, y nadie se
pregunta por qué lloras triste pincelada de escasos colores. ¿Tal vez? el sí, en
su lecho te piensa y sufre porque tú sufres.
Él, aquel de
elegantizo traje negro, escucha sensato que prisionero de su celda, hermosa
joya de artesanos, pobres visionarios de la muerte que los alimenta.
Tu ataúd, elegante
y ostentoso captador de agonías y desmayos, llevas a este pobre hombre lejos de
sus rapases y hambrientos acompañantes, que ni en suspiros, paran… dejen ya a
aquel pobre hombre.
déjenlo voraces carroñeros, que en su lamento esta su desdicha.
déjenlo voraces carroñeros, que en su lamento esta su desdicha.
Quien trajo el
olvido, que en suspiro se va la vida, muerte fría y arrogante.
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