La culpa nos baña en sangre caliente
Llama al dolor merecido
Con gustoso placer lloramos nuestras
penas.
Nos sentimos atraídos a fantasías
venenosas,
Que nos matan el deseo.
Bendecimos nuestra mala fortuna
Y como moscas merodeantes en la fruta
podrida
Somos llamados a cumplir nuestra
promesa hiriente.
Es la forma de pagar nuestros
fracasos
Probamos colores oscuros
Fallecemos, pero estamos avivantes a
la espera
Y cuando nuestras lenguas negras
hablan
Tomamos desgracia por destino,
Aun así nuestra piel fría y
quebradiza
Es testigo del desgaste de las
piedras
Percibimos que la herida sigue
corrompida,
Por odios y rencores.
Nuestra cabeza ha sido infectada por
demonios,
aquellos que inundan y gritan las ideas adormecidas.
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