Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

15 mar 2014

El Encuentro

Por: Silvia Romero


En aquella vieja villa se podía respirar la desdicha y la miseria, incluso el sol se negaba a pasar por ahí. En la mirada de los hombres no se hacía disimular el cansancio y el sufrimiento.

Alí, un pequeño niño de la región, trabajaba cuidando los animales de su padre. Su madre había muerto al nacer.

Un día uno de los corderitos, al que solía llamar Din, se alejó del resto de la rebaño. Alí lo persiguió temeroso de que éste entrara en la tierra infértil. Se trataba de un viejo bosque, tan tenebroso que, el sólo hecho de pensar en él, le erizaba la piel. Según se contaba hace mucho tiempo la gente era feliz, no había enfermedad, los ríos tenían agua y el sol era brillante en lo alto del cielo, pero un mal cayó sobre la villa y el bosque se secó.

Para su desgracia, el pequeño Din se adentró al bosque. Alí se quedó paralizado. Le temía al bosque, pero sin duda el regaño que su padre le daría al notar que había perdido a Din, lo asustaba más. “Total son sólo un montón de viejos árboles”, pensó para sí.  Comenzó a caminar hasta perderse en el bosque. 

Se hacía de noche y no había rastros de Din. Alí decidió que lo mejor sería regresar. Justo en ese momento escuchó a un pequeño cordero. Corrió hacia él, sin alcanzarlo.

En aquel momento sus ojos no creían lo que veían: de una piedra brotaba un manantial de agua cristalina y a su lado había un árbol frondoso y verde, con un fruto de color rojo brillante. Se acercó y lo tomó entre sus manos con gran asombro, pero más lo fue cuando vio que de él surgió una mariposa, blanca y hermosa. Ésta se posó en su mano y en un parpadeo desprendió el vuelo. Al verla sintió que su corazón se llenó de esperanza; la siguió con la mirada hasta que se perdió en el cielo ya oscurecido. De pronto una luz apareció y como un rayo cayó en el manantial. Observó cómo se extendió el resplandor por todo el bosque y se volvió a concentrar en un punto para por fin formar la silueta de aquella mujer que lo arrullaba cada noche en sus sueños.

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