Karla E. Medellin
Me tiento el pecho con las dos manos. Mi corazón late con fuerza. Irrigando la sangre, irrigando el veneno por las venas.
Su voz aterriza, suave, en mi frente torturada. Mientras yo pienso: <calla, "corazón delator"> y me golpeó 1 o 2 veces con el puño, para tratar de ahogar el repicar de su negra campaña.
Por un momento, la imagino cómo mi verdugo, como mi dueña, como mi ama. La dueña de esta bestia que no se silencia; dueña de mis pesadillas y de mis ilusiones. Gruñó asustado. Imaginando sus afiladas intensiones, esas que puede guardar en su espalda.
Y sigo consumiéndome en la letanía de mis palabras: " pero la amas, la amas, le amas..."
Y arden las letras acompañadas de sangre. Amarrándose fuerte a mis piernas. Voces de locura, de una muerte que aún no llega. Y yo solo expiro, expiro. Soltando el baho de las entrañas. Viendo como se acerca. Extiende sus brazos y me retraigo en dos patas. " Calla corazón, que no entiendes, gozas de la nada".
Me agito y gruñó de nuevo, con el gruñido cortado. Uno que trata de aullentarle, otro que le añora.
Y ella tan sólo logra asirse de mi rostro. Y la sangre irrigando mi cuerpo. Saltando a sus manos, intoxicándole conmigo.
Pone su mano cerca de mi boca. Busco morderle, pero me toca los ojos. Me ciega. Casi muero. Me doblego.
Vuelvo a respirar como siempre. Besando su mano que calla mi pecho.
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