Katia Sánchez Ortega
Sucede que me sucedes
Cedo a derrumbar mis ojos al costado de los tuyos
Sucede que tus palabras como placer corpóreo
transitan en sensaciones múltiples
indivisas a la orilla de las mías.
Sucede que ni vida ni muerte ocurren
entre tus terrenos
Sucede que sucedes como enigma en mi estado de conciencia,
en arterias y venas, en mi glándula pineal y mis penas
Sucede que hay una guerra en las entrañas,
inexplicable, irrepetible y extremadamente extraña.
Sucede que si pausas o respiras, te llevas con ello
la mitad de mis días.
En mis sépalos te encuentras
terminal y solitario en mi capullo colgante.
Te dispersas como mala hierba
y sucede que no cesas.
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