por: Luis Daniel Razo Infante
Camino por la acera, voy despacio
sin sentido aparente,
mientras camino,
el sonido se empieza a nublar
y a cada paso,
los colores se distorsionan
al compás de ese sonido nublado.
sin sentido aparente,
mientras camino,
el sonido se empieza a nublar
y a cada paso,
los colores se distorsionan
al compás de ese sonido nublado.
El viento solano se desliza, me abraza
y seca mi piel, es cálido
como una caricia, me envuelve
y juguetea con mi cabello.
y seca mi piel, es cálido
como una caricia, me envuelve
y juguetea con mi cabello.
Sigo de pie, en el camino
sin esperar nada,
sin pensar en detenerme,
enmudecido,
ciego
y sordo,
sin siquiera estar seguro
de aún seguir vivo.
sin esperar nada,
sin pensar en detenerme,
enmudecido,
ciego
y sordo,
sin siquiera estar seguro
de aún seguir vivo.
Tal vez, sólo soy un sueño.
Uno de esos que se vuelven pesadilla
en un momento inesperado,
como acechado por lobos
o por la muerte.
en un momento inesperado,
como acechado por lobos
o por la muerte.
Camino despacio,
hasta que regrese por completo
el sonido que desapareció,
y que los tenues colores se llenen de vida.
hasta que regrese por completo
el sonido que desapareció,
y que los tenues colores se llenen de vida.
¡Sigo!
con el sol y la luna de frente
con ilusiones convertidas en demonios tras de mí.
¡Sigo sin poder parar!
Como si flotara en este viento seco.
¡Sigo!
hasta que el tiempo se detenga
y yo me detenga con él.
hasta que el tiempo se detenga
y yo me detenga con él.
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