Por Edgar Ulises Briseño Zúñiga
¿Qué
es la existencia? ¿Cuál es el propósito de existir? Estoy casi seguro de que
hay montones de gente que prefieren pensar que hay un Padre Eterno vigilando,
cuidando, castigando y sé sin embargo, que hay muchos a los que no les importa
y yo muchas veces he deseado ser uno de ellos.
Me
pregunto a menudo ¿la música será el motivo de mi existencia? bien lo dijo
Nietzsche Sin música la vida sería un
error. Siempre ha estado conmigo, en las buenas y las malas, dando sabor a
las cosas del diario.
Recuerdo
que cuando tenía 4 años despertaba los domingos y no podía dormir porque soñaba
con la muerte, mi muerte y calaveras haciendo una danza macabra. Despertaba de
madrugada y escuchaba en mi cabeza la música de mi papá y olvidaba el miedo,
cantaba las canciones que él tocaba en su guitarra.
Mi padre también fue un músico
en sus ratos libres y románticos con mi madre, se ponía a tocarle serenatas de
canciones de rondalla y yo lo veía tocando la guitarra y cantando, luego se iba
a su cuarto y ponía sus discos de The Beatles; su pasión no se llevaba bien con
su talento, pero iba sembrando en mi el interés por seguir esos pasos.
Pasos que fui dejando atrás por
tonto quizás, o por la intervención de un extraño sentimiento que se sentía
como un manto gris que cubría mi pecho y que conforme fui creciendo iba alejándome
de mi pasión, pues desde joven quise ser músico, sin embargo nunca concreté ese
deseo, ha pasado tiempo desde ello y hasta la fecha siento que es como una
espina en la mente que permanece ahí y que no quiere salir, eso me alegra y me
aterra, pues el tiempo ha pasado y ahora me hace pensar seriamente en otro
hecho fundamental, los músicos comienzan a hacer su arte desde pequeños algo
que he escuchado siempre, y aborrezco tanto que sea marcado como si fuera una
regla, luego pienso en mi y en mis 22 años de vida y siento que ya es algo
tarde y deseo con ansias empezar de nuevo esto que se llama existencia.
A veces se nace con una
combinación del talento y la pasión y es entonces que surgen grandes prodigios,
Mozart por ejemplo desde los cinco años ya se encontraba componiendo obras y
dominando varios instrumentos, su padre pensaba que el talento de su hijo era
un don divino, el cual tenía que cultivar y compartirlo con el mundo. De la
misma forma Beethoven fue un genio, creó una revolución musical que perdura
hasta nuestra época, él comenzó cuando joven, muy joven de hecho, pero las circunstancias
de ello son muy particulares ya que el no decidió comenzar a tocar por sí
mismo, sino por los constantes maltratos de su padre un hombre ebrio que se
encargó de traumatizar al pequeño Ludwig y por lo que es una enorme suerte que
a pesar de ello él decidiera seguir con la música.
Todos
jóvenes, esta historia se repite constantemente, mis músicos todos comenzaron
de pequeños, Chopin, Schumann, Rajmáninov, Barrios y también Piazzolla. ¿Qué se
puede hacer entonces? ¿rendirme?, por supuesto que no, la vida es muy breve;
Chopin al llegar al Imperio Austriaco y ser recibido con hostilidad no se
rindió, aunque fueron malos tiempos para él logró avanzar en varios estudios de
obras importantes, tales como su nocturno Op.9 nº 2 que ante mis oídos es una sublime
muestra del romanticismo y que representa quizá la melancolía que sentía por
regresar a su patria con su familia.
¿Cómo
enfocar tal frustración? Beethoven de la misma manera tampoco se rindió,
el vivió una vida de cierta manera trágica,
entre que iba perdiendo su sentido del oído y era menospreciado por la clase
alta, debido a que no era parte de la nobleza y que esto le costará no poderse
casar con quien él deseó, no importó para que él continuará su lucha por medio
de la música componiendo obras enfocando su pasión a su llamada amante inmortal aunque ella nunca fuese
suya.
Por
otro lado Astor Piazzolla también fue hasta cierto punto discriminado por la
forma en que comenzaba a innovar la manera de hacer tangos en su natal
Argentina, y que hoy en día es uno de los músicos más importantes del siglo XX,
algo que queda bien claro al escuchar Adiós
Nonino.
La
vida es un instante Jimi Hendrix decía que el
tiempo de la vida se mide en el tiempo que dura un parpadeo, y creo que es
así, quizás nunca llegué a ser un genio como Mozart, pero eso no es uno de los
motivos que generan esa necesidad de crear, de aprender, de expresar, es
mayoritariamente un el sentir de un músico hambriento que tengo encerrado en mi
pecho y que a veces me clava espinitas que me hacen recordar que es lo que de
verdad quiero aunque ya no sea un niño para empezar.
Me encanta la idea de hacer todo como un deleite personal que
pudiera compartir, sin que ese fuera su fin y quizá de está formar sentirme
satisfecho con mi existencia, y ya no lidiar con despertar con miedo en las
madrugadas de los domingos, ni preocuparme en encontrar respuestas a inmensas preguntas.
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