J. Antonio L. Carrera
¡He aquí otro día más!
Caminando vago por las
tempestuosas aguas del deber.
Me ahogo y sin descanso avanzo
y si descanso me atraso.
No hay fin.
Una constante entrega al servir,
un engrane feliz.
Un siempre darse aquí y allá…
Y que la prisa no me alcance
porque me muero yo.
Donde mi hacer va primero,
donde mi deber va primero.
Que mi hacer tiene un precio
y mi deber tiene un peso
en mi alma que ya no canta,
que muere como la noche,
se esconde como la muerte.
Yendo y viniendo,
medito y pienso,
¿Dónde quedo yo?
Pues que entre sones de trompeta
y golpes de tambor, se esconda el dolor.
Que él, ya viene ya.
Un río bendito, de aguas cristalinas
que me empapa y eleva,
hasta olvidar lo demás.
Un corazón sediento
de esa agua viva
recordando aquel momento
de un despertar.
El agua lo abraza, lo acaricia.
El se emborracha
para no olvidar jamás,
esas caricias, esa bendita
que lo despertó a la realidad
¡a la verdadera libertad!
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