Por: Katia Sánchez Ortega
Se engalana con
ausencias, se define con perezas
Me acurruca en los
bisiestos, me rechaza en los tormentos.
Siempre ha sido enorme,
para un cuerpo hostil y una añoranza a distancia
Siempre ha sido tibia,
en lo infiernos decembrinos
Siempre más helada en
los calores clandestinos
Lleva las mismas
arrugas que una frente ya sin ceño
Tiene los mismos olores
que los suspiros de sus noches fetales
No se habla, ni se
dice, que es la cama de mis padres
Se siente y manifiesta
como la absorbente de sus males.
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