J. Antonio L. Carrera
En esclavitud de aquellos besos,
ellos no encuentran regreso.
Un abrazo claro de fusión entre los
dos,
han hecho de hoy su perdón.
Lástima por las lágrimas que han
surcado
el dulce dolor de aquellos labios
solitarios.
¡Oh! Dulces tiernos sabrosos abrazos,
que si vienen del bueno se reciben,
que si vienen del malo se aborrecen,
pero ahí andan abrazadas a este.
Sirven como escarmiento ante tales
bienes,
que si en ellos no pueden encontrar
amor,
por lo menos se pueden
esconder en placer.
Espejismo muchas veces de caricias
incesantes,
que en un instante aquella noche calla
y el cielo te halla.
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