Por: Ghisselle Ávila Salazar
Sus
maletas están en la puerta, ¿Debo detenerla? La amo, pero si esto es lo que
quiere no creo que deba interferir, siempre añoró su libertad, y yo sentí a cada momento de estos siete años
de matrimonio que quería irse, ¿No había jurado amarme también? Ella también
estaba enamorada de mí ¿O no lo estaba?
¿Cómo
llegamos a esto? ¿Me equivoqué acaso, tan gravemente, como para que pretenda
olvidar todo lo que pasamos juntos? Quizá tiene otro, o tal vez se cansó de mí,
ya se había tardado, todos terminan por hacerlo…
Me
pongo de pie, no permitiré que se vaya… pero espera, me vuelvo a sentar, ¿acaso
voy a cambiar? Si trato de detenerla y no hago nada las cosas van a seguir
igual. Pensándolo bien, soy una persona
aburrida, quizá se cansó de mi monotonía, a lo mejor se aburrió de que yo
diario llegara del trabajo en la noche solo a dormir, cuando ella tenía ganas de hacer tantas cosas, y esas
cosas eran conmigo, siempre eran a mi lado.
O
quizás siga enojada por la vez en la que no quise comprarle aquel vestido azul
¡pero estaba tan caro y tiene tantos! Además, ni siquiera se le veía tan bien,
y yo como su esposo, desde luego que se lo hice saber. Claro, no me habló en
días.
¡Ay
Clara! ¡Mi bien amada Clara! ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué necesitas para
quedarte a mi lado? ¿Quieres aquél vestido azul o deseas mi corazón?
No
te comprendo, a veces me quieres y a veces no me quieres ni ver. Si lo que
deseas es mi tiempo ¡juro que te lo daré todo! Ya lo resolví, jamás dejare que
te vayas, tú y yo nacimos para estar juntos y si para que permanezcas a mi lado
debo partirme en dos para estar contigo, entonces lo haré, me pongo de pie, tú
eres la única razón por la que yo daría todo, lo olvidé por un momento, o quizá
por mucho. Perdóname. ¿Aún tengo tiempo para detenerte?
No hay comentarios:
Publicar un comentario