Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

25 ago 2014

No te dejes llevar...



                                               Por: Marcela Del Río Martínez



Itzel era una muchacha perfeccionista que aparentaba un orgullo de sí misma que en realidad carecía. Aunque era popular entre sus compañeros del colegio, sólo tenía un pequeño grupito de amigos con quienes se sentía cómoda, excepto que con ellos se juntaba una chica llamada María, con quien siempre competía por la atención de sus amigos.

Siempre se encontraban en competencia continua, María era muchas cosas que Itzel no era, un poco más relajada, más desinhibida, con un humor simple y habilidades que en ocasiones sobrepasaba la capacidad de Itzel sin esfuerzo alguno. María solía ser soberbia y alegrarse demasiado en estas situaciones, lo que hacía a Itzel enojar y maldecirla para sus adentros.

Las cosas siguieron ese ritmo hasta que un buen día, en una actividad extra-escolar, en la que participaban estudiantes de todo el bachillerato y ninguna de ellas conocía a nadie más, excepto la típica chica extraña y escalofriante de la que todo el mundo se burlaba como “ESO”, pero cuyo nombre era Claudia. Claudia llevaba acosando a su grupito de amigos por semanas, no les dejaba ni a sol ni a sombra e incluso aunque iba en un grado menor y tenía otro horario, perdía clase para acosarles, aunque no lo hacía de forma consciente, la forma de actuar de Claudia suscitaba un rechazo inmediato en cualquier persona que supiera su sobrenombre.

En una mal llamada “actividad de integración” en que un animador decía “formen grupos, parejas, etc” Itzel y María quedaron como pareja casi al final del ejercicio y posteriormente en el mismo grupo. El grupo de 7 personas que quedó, les tocó hacer una reflexión y abrirse para con sus compañeros. Ese detalle despertó un poco de simpatía mutua. Las dos enemigas, porque así es cómo se trataban mutuamente hasta entonces, no tuvieron más opción que quedarse juntas y alejarse de Claudia, que rondaba los grupos de amigos de una forma extraña. Ellas, que no tenían amigos entre tanta gente que apenas conocían de vista y se negaban a buscar aceptación para con todos esos compañeros de grupos cerrados, se quedaron juntas y coincidieron al burlarse de la situación de Claudia. Ellas no encajaban con sus compañeros, pero no se iban al extremo de ser extrañamente escalofriantes o llamar la atención de forma estúpida y ridícula.

El tener que unirse en contra de un enemigo en común hizo que Itzel y María tuvieran tiempo para compartirse y limar todas las asperezas que hasta entonces, después de casi dos años de vivir peleando por la menor nimiedad, habían causado un desagrado por parte de ambas.  Claudia se paseaba entre los grupitos, y por alguna razón no insistió en juntarse con estas dos chicas. Quienes después de experimentar una catarsis, terminaron siendo muy buenas amigas.

Tan buenas amigas que María aporto un poco de <Hakuna matata> a la vida de Itzel, y ésta aportó un poco de más responsabilidad por las cosas que a futuro importan, como la escuela. Ninguna considera ese tiempo de <enemistad> como tiempo perdido, porque conocieron la peor faceta de la otra cuando no eran tan cercanas y eso fortaleció mucho su amistad. 

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