Razones conocidas.
La
casa estaba oscura y fría. No parecía haber nada en la sala, de donde venía una
brisa de aire helado.
Entró
lentamente y de puntillas, casi sin causar ruido. Cerró la puerta y se acostó
cuidadosamente en el sillón.
―
No creía que lo fueras a hacer. ― Dijo su madre con lágrimas en los ojos.
―
Sentí que debía. Quería ser como antes... como antes de que creciera dentro de
mí...
La
chica se tapó la cara cubierta de lágrimas. Hubo un largo silencio, sólo roto
por los sollozos de ambas.
La madre
comenzó a susurrar algo.
―
¿Qué dices, madre?
―
Ya no te quero aquí... no después de lo que hiciste.
―
Lo sé... lo siento mucho.- Bajó la cabeza y siguió llorando. ― Espero que algún
día me puedas perdonar.
Ambas
se levantaron. La chica fue por algunas de sus cosas, regresó y abrazó a su
madre,
―
Te quiero, hija.
―
Y yo a ti.
Se
vieron a los ojos, se separaron. La chica abrió la puerta y se fue sin mirar
atrás.
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