Karla e. Medellín
Varias
veces pregunte a mis padres sobre mi pasado.
De donde había salido, en donde había nacido. Porque yo no me parecía a
ellos y ellos, no se parecían a mí. Algo me hacía sentir diferente a
ellos, o al menos eso era lo que pensaba yo.
Mi
madre solo me contestaba:
-¡Pues
de mí!, de donde más… si tú eres mi bebe, tu eres mi hijo…. ¿porque piensas en
esas cosas si solo tienes 8 años?
Luego
me volteaba a ver, y yo me miraba en sus pupilas, pero para mi, ese reflejo no se parecía
a ella (según lo que yo veía). Y nunca creía en su respuesta. Luego ella Me
envolvía con sus brazos y me apretaba muy fuerte, para que dejara de hacerle
preguntas.
Mi
padre también odiaba que yo le cuestionara sobre esto:
-Eres
mi hijo…. Saliste de mi… y ya vete a jugar… estoy ocupado….
Bajaba
la vista hacia el periódico y se cubría la cara con él, para aparentar que
estaba leyendo.
-¿ya
viste?.....deberías ver estas noticias ¡cariño!- le gritaba a mama.
Yo
no sé porque pensaba en estas cosas… tampoco sabía porque quería saber esto, pero
siempre estaba pensando en que, de alguna forma ellos me habían recogido de algún
lado. Que me habían encontrado en la basura o algún lugar similar.
Esto
me preocupaba mucho. Me preocupaba mucho y no sabía explicarlo.
-¡Yo
no soy tu hijo!- le dije varias veces a mi madre.
Ellos
me llenaron de regalos. Me regalaron muchas cosas. Juguetes, juguetes, muchos
juguetes.
De
cualquier manera, yo me veía en el espejo y me comparaba con ellos. No… nada
que ver con sus caras y con sus cuerpos. Yo no era como ellos, aunque ellos tenían
piernas y brazos como los míos, ojos y manos como las mías. Físicamente era
muy similar a ellos.
Ellos siempre lo negaron, y siempre me respondían: ¡no!, ¡tú
no eres diferente de nosotros, mírate bien!
El
tiempo paso y los años también pasaron y nunca deje de sentirme así. Diferente,
pero ya no le tomaba importancia o deje de pensar en eso.
Un día
empecé a sentir mucha comezón en la cara y en el cuerpo. Yo estaba en la sala.
Me rasque y me rasque, y de repente un tozo de
piel se cayó al suelo. Tome el trozo de piel, pero seguía sintiendo mucha comezón. ¡Me tire al suelo! Y rodé en el mientras me
rascaba en la alfombra. Me rasque muy
fuerte. Y otros pedazos cayeron. Yo
tenía mucha comezón una comezón muy intensa. Y no podía dejar de rascarme,
aunque mi piel se estaba cayendo y yo tenía mucho miedo. Me puse a llorar y le grité
a mi mamá: ¡Mama, mama! y me seguía
rascando en la alfombra y luego ya no fue piel lo que caía en el suelo, ¡era
carne!..... y me asuste más… y toda mi carne se caía en el suelo…. Mucha
de mi carne estaban la alfombra, tome los pedazos que aún estaban cubriendo mi
cara y los quite. Los arroje al suelo… luego encontré un pequeño cordón que
salía de debajo de mi axila y tire de él.
El hilo empezó a salir… ¡y se me abrieron
las costillas!, no pude dejar de halar y todo mi pecho se descosió como si yo
fuera un pedazo de tela.
Todo lo que había sido mi cuerpo
se cayó en la alfombra. Luego me vi, yo era un gusano amarillo. ¡Un gigante
gusano amarillo sin piernas ni brazos!
Mi mama llego corriendo, soltó
los platos que llevaba en las manos y esto cayeron al suelo haciéndose pedazos.
Soltó un alarido tremendo:
-Hijo tene…mos que ha…blar de
algo…… -ella tartamudeaba.
-¿tú crees mama?- le pregunte con
sarcasmo- ¿tú crees que tenemos que hablar de algo? … -dije,mientras yo me retorcía en la
alfombra de la sala.
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